He tenido que cambiar mi teoría de que la mejor forma de hacer las cosas es una base teórica.
Resulta que este año tengo una asignatura en la carrera llamada “Comunicación y género” donde solo se habla de ultra-feminismo.  La profesora suelta charlas de hora y media (alargables media hora más) sobre lo infravaloradas que estamos las mujeres y la lucha que debemos continuar para llegar a ser como los hombres, bueno para “ser las diosas del mundo”, según ella. El caso es que las mujeres vemos películas de amor, idealizamos al hombre perfecto albergando la esperanza de que exista, visualizamos nuestra vida en un día soleado, mientras el “perfecto” nos abraza y disfrutamos juntos de cómo juegan nuestros hijos en el jardín. Quedamos con NUESTRAS amigas, cotilleamos y nos vamos de compras mientras ellos beben cerveza, ven fútbol o lo juegan – o las dos cosas – van al gimnasio, se vician a la Play y apuestan por ver cuál mete más mujeres en su cama… bla, bla, bla.

Todos sabemos que esto no es así, bueno un poco sí, pero siempre hay algo más, esto sería lo superficial, lo “de menos”.
Vuelvo a la vida real después de las paranoias de la mujer que exterminaría a los hombres y yo me pregunto: ¿Dónde estaba mi profesora cuando hemos intercambiado los papeles? ¡Cuando el mundo se ha vuelto loco!
Señora, ¡que ahora los hombres son las nuevas mujeres!, que resulta que se han vuelto sensibles, que sienten y padecen como cualquiera de nosotras, que quieren que seas su esposa después de la primera noche, que te abrazan como si no hubiera un mañana… ¡maldición! Si es justo ahora cuando nosotras tan solo queremos lo que lleváis haciendo y buscando vosotros toda la vida, uso y disfrute de vuestro cuerpo sin consciencia.  Cerveza y amigos. Jugar al parchís en noches locas para ganar las apuestas…
“Ahora, que es cuando nosotras somos los tigres, nos encontramos frente a un ejército de lindos gatitos”

Aun así tenemos que seguir escuchando cómo nos advierten de sus nulas intenciones de jugar con nosotras, de no hacernos daño, de sus prohibiciones respecto al amor después del primer beso mientras nos reímos por dentro…. ¿pero qué está pasando? Si mi base práctica y la de las que están a mí alrededor demuestra que el que prohíbe es el primero que cae, precisamente por eso, por prohibir.
¿Qué es lo que no entienden, de que somos jóvenes y no queremos privarnos de la vida al igual que ellos? Tan solo quiero lo mismo que tú, que la luna está muy cara. Total para que quiero yo la luna ahora…
El caso es que si después te muestras detallista, oportuno, con buena memoria, me hablas de futuro, me dejas tu pijama, me abrazas como si nos fuéramos a caer en una cama de matrimonio, me propones buenos planes y me miras con esos ojitos – entre otras cosas –tampoco vayas tú a pretender que, aunque no queramos no nos enamoremos… aunque incluso en ese caso, no, no tengo por qué enamorarme, porque “no quiero”, ya no sé cómo explicarlo. Bienvenidos al mundo de “las mujeres ya no soñamos con príncipes”. Por qué iba yo a pensar, que ibas a ser tú entre toda la gente, aquí, a mi lado, si fuera tan fácil….
Quiero dejar claro que no quiero generalizar en ningún caso, que cada uno se guisa sus lentejas. El problema es que el otro día recibo un whatsApp de una amiga que decía: “¿Cuántos tíos tienen que pasar por mi vida para quedarme con el futuro padre de mis hijos? ¿Por qué me rayo por estas cosas cuando debería de estar gozándomela a mi edad? ¿Por qué las tías siempre necesitamos a alguien a nuestro lado, aunque nos haga daño? ¿Por qué somos tan sumamente estúpidas?”
Y ahí está señora profesora, donde es imposible avanzar, porque aunque disfrutemos de nuestra vida como ellos, siempre estaremos esperando que uno de ellos deje de disfrutar de la suya por nosotras ya que nosotras siempre lo haríamos por ellos, y eso, eso es lo que nos diferencia. Que aunque no queramos compromisos, aunque hayamos dejado de llorar cuando ya no nos llaman, aunque llenemos nuestra lista de contactos solo para pasar buenos ratos… Tenemos algo que ellos nunca tendrán al mismo nivel. ILUSIÓN y MADUREZ