El otro día me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no me reía, tanto que no recordaba cómo era ni la sensación ni el sonido. Como cuando llevas mucho tiempo sin ver a alguien y vas olvidando los detalles aunque recuerdes todo a grandes rasgos. Recuerdo las situaciones que me hacían reír a carcajadas, recuerdo con quién estaba y qué hacía. Quizás los adultos ríen menos, no tengo vivencias recientes de carcajadas como modo de vida. Excepto mi madre, que sigue descojonándose con muy poco y todos los demás solo de verla a ella. Las carcajadas tienen una energía especial, contagian como los bostezos, enganchan, dejan dolor de tripa y de mandíbula y son mágia.

A veces me siento como una mariposa de exposición. Espectacularmente especial pero completamente seca.

¿Hola? ¡Soy yo! ¡Dejadme salir, dejadme volar! ¡Estoy viva aquí adentro y necesito saltar y descojonarme de nuevo!