Fíjate tú la vida ¡eh! Que ahora parece que me abruman las emociones – jajaja – me río por no llorar. A mí, que he basado mi uso de razón en buscarlas para vivirlas. Que me he saturado #Esoesasí. ¿Y ahora qué, eh? ¿Cómo se evita vivir todo eso?
Es que me sorprende lo “hijoputa” que es la tortilla, que llevo años reivindicando la valentía por expresar, por coger la sartén por el mango y decir: “si, te quiero” aunque a eso le siga un “pero”, por tirarse a la piscina sin miedo a que esté vacía y te lleves la hostia del año, pero oye, que te lo dijo el corazón, y se supone que a veces hay que escucharle. Y ahora voy yo – con dos cojones – y al primer amago de compromiso meto hasta las uñas dentro del caparazón no vaya a ser que algo me salpique. “Así soy yo” dirían algunos.
Pero no te vayas a pensar que no soy feliz viviéndolo, al contrario, estoy en una puta burbujita flotando al son del viento, disfrutando del “juguete” nuevo e intentando que no se rompa nada. Ni la burbuja, ni el juguete, ni el tiempo… Lo que nos gusta complicarnos la vida…porque el tema en sí es bastante simple.
“DEJARSE LLEVAR” es la llave maestra de todas las puertas. Pero eso no nos gusta, nos va más el rollo del autoemparanoiarnos con el futuro, el pasado o qué pensarán de mi grano en el culo. Hacer las cosas más difíciles nos mola, inexplicablemente, si. Pero nos hemos acostumbrado a autoprotegernos de las mayores gilipolleces pensando que nos estamos evitando sufrir por algo peor cuando en realidad sufrimos cada día pensando en lo que podría pasar o estar pasando y que no pasa nunca…
De ahí el nombre de “maestra” para la llave que da la posibilidad de vivir experiencias, que no basta con tenerla, hace falta querer abrir…
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