Seguro que alguna vez habéis intentado medir el amor, intentar querer hasta infinito o calcular una traición que perdonas o una mentira que nunca olvidas.
Ese es el “problema”. Todo es relativo, tener que decidir a qué persona no quieres volver a ver o cuantas oportunidades das.

Seguro que alguna vez has tenido que luchar contra lo que sientes, intentar dominar algo que no se puede.Cuando llega el momento de decidir lo que está bien o mal, o cuando se cruza la barrera y te encuentras entre amistad y amor.
De repente, algo que nadie ve, ni los médicos pueden estudiar, grita desde dentro y lucha contra lo que debería ser, eso que reclama la mente y los consejos de la gente.

Encontrarse en ese punto entre el querer y el poder.
Pero, al final, siempre hay algo que gana, siempre hay una decisión tomada que, inconscientemente, nos lleva a una nueva lucha, a la misma pregunta de siempre, al qué hacer…
Estoy segura que nada es tan difícil, que ni los buenos son tan santos ni los malos tan cabrones. La gente entra y sale de tu vida como si tu no tuvieras derecho a decidir, a dejarlos pasar o a permitirles, cuando tu decidas, que se vayan.
Es el pez que se muerde la cola, tú te alejas de alguien, y alguien a su vez de ti, es algo que no se puede controlar, y lo peor, es que a veces, aceptamos que una persona vuelva a entrar y forzamos eso que, repito, no se puede, como si pudiéramos obligarnos a sentir lo mismo que antes, a recuperar la confianza que es imposible volver a crear.
Y el tiempo, una vez más, ayuda, pero no hace milagros, porque hay algo mucho más poderoso que él, la Mente.
Domina cada sentido, cada parte de nuestro cuerpo, cada vicio, cada sensación, y lo peor, cada sentimiento que para bien o para mal, nunca vas a poder demostrar ni cuánto de amor tienes dentro, ni cuánto de feliz te sientes ni cuánto de nada… ni siquiera tú lo sabes.

Lo que está claro es que domina el mundo, nos domina a nosotros y por mucho que pase los años o evolucionen las mentes, jamás podremos controlarlo y, por suerte o por desgracia, es invisible para cada uno de nosotros, como el aire, como los sueños…