Vivimos la vida sin pensar que vamos a morir.
Nos consuela imaginar que al hacerlo seguiremos vivos.
Decimos que la vida es corta y los días largos, que hay más de éstos que partidas de mus y, sin embargo, lloramos la muerte diciendo que no es merecida.
¿Es que hay remedio?
¿Es que tenemos derecho a quejarnos de algo que no tiene solución?
Yo no sé si voy a durar 100 años, 20 o 30, pero sé que he VIVIDO cada segundo de mis 19 y espero hacerlo hasta que llegue el momento.
Escrito o no, pronto o tarde, todos lo han hecho y todos lo haremos.
Nos refugiamos en aquello que nos hace olvidar lo primero, nos consolamos al creer que esto no es lo único, que no sabemos que hay, pero que “algo” hay detrás de todo esto, como cuando alguien no nos cuenta el final de la película para que sea una sorpresa.
Unos piensan que seremos gatos, otros que ya lo fuimos, un paraíso en las nubes que no hemos sabido crear en la tierra… que nadie ha venido a decirme lo maravilloso que es ser un unicornio volador o lo fácil que es la vida cuando te sacan a pasear, nadie recuerda nada, ni como ha venido ni cómo se va.
Se habla de luz blanca como si fuera la salvación, ¡maldito túnel que nos ciega, que no  nos deja ver al resto de unicornios!