Una vez, antes, escribía sobre que no hubiera nunca una pelota en mi tejado. No dejar nada pendiente en mi mente. Contestar lo último que pudiera para que nadie me dijera nunca que no contesté el último WhatsApp hace tanto tiempo. Sin embargo, ahora pienso que no he solucionado nada… ¡Pero lo he intentado!.

Cuántas veces al no hacer algo nos preguntamos ¿qué pasaría si lo hiciera? ¿qué pensaría la otra persona al ver mi mensaje? Ha pasado mucho tiempo, esa persona ya ha rehecho su vida pero… Tampoco pierdo nada…

Vivir con incertidumbre es un sentimiento compatible con muy pocas personas y yo no soy una de ellas. El «qué pasaría si…» me come por dentro. Literalmente. El caso es que lo hice, lo intenté una vez más y te lo recomiendo. No he recibido ni la mejor respuesta ni la que yo esperaba. ¡Que me peine! que es una expresión que viene a decir que me vaya a freír espárragos o literalmente que no quería saber nada de mi. Una pena, pero qué bien me siento. Y no soy la única, siempre ha habido programas de gente que se queda con ganas de hablar con alguien que ya no está en sus vidas y no es porque se haya muerto, de reencontrarse con hermanos que saben que están pero no conocen, una vez te enfadas por una tontería y el tiempo hace que se convierta en una ausencia de por vida… ¿Me pillas no?.

El caso es intentarlo, si tienes algo que te atormenta o te perturba que se te aparece en sueños o despierto, es el momento de que te atrevas, total… El no ya lo tienes.