Quizás es demasiado tendencioso hablar de amor en tiempos de pandemia cuando todo lo que habíamos aprendido para expresarlo ya no vale. De repente se ha caído el mundo y hemos tenido que empezar a expresar el amor de otra forma, sin abrazos ni besos, sin ni siquiera leernos los labios. Con lo bonito que es pronunciar te quiero con la boca y que la otra persona lo entienda sin oírlo. La búsqueda de una mano inquieta e inocente en busca de la otra hasta que se enredan por primera vez paseando por las calles de Madrid, calles llenas de gente que obligan a ralentizar el paso, a intentar atajar entre la muchedumbre unidos por los dedos que no se quieren soltar. El mirarse antes de un beso, retirar el pelo de la frente, poner tus ojos en sus labios y acercarse lentamente hasta que los labios se rozan tan lento y tan intenso que excita.
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